Uno de los más grandes pintores de todos los tiempos, Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, bautizado el 6 de junio de 1599 en Sevilla y muerto en Madrid el 6 de agosto de 1660, conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco español considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal.
Recién cumplidos los diez años, según Antonio Palomino, comenzó su formación en el taller de Francisco Herrera el Viejo. Para pasar pronto al taller del que más tarde sería su suegro, Francisco Pacheco. A la edad de 24 años se trasladó a Madrid, donde desarrolló su carrera en la corte Felipe IV, llegando a ser pintor de cámara y realizando también trabajos de carácter diplomático. Sus viajes a Italia le permitieron acceder a las grandes obras de la antigüedad y de los grandes maestros desde la edad media hasta su época, lo que contribuyó a su formación y a la definición de su estilo.
Disfrutó de un gran reconocimiento desde sus comienzos. Ya su suegro lo ensalzaba en su obra “El arte de la pintura”. En Roma, a comienzos de 1650, fue elegido miembro de las dos principales organizaciones de artistas: la Accademia di San Luca en enero, y la Congregazione dei Virtuosi al Pantheon el 13 de febrero.
Manet se sintió maravillado con su obra y le calificó como “pintor de pintores” y “el más grande pintor que jamás ha existido”
Dalí dijo de él “Velázquez es el genio supremo”
Este cuadro, considerado por algunos autores como el más grande de todos los tiempos, y en el que Velázquez revela su maestría y su capacidad para plasmar el carácter de sus personajes, se realizó en 1650, durante el segundo de sus viajes a Italia. Hay constancia documental de que el papa posó para Velázquez en agosto de 1650.
Se cuenta que, cuando el papa vio terminado su retrato, exclamó sorprendido: Troppo vero! (¡demasiado veraz!)
Hay una versión de este retrato, de menor formato, considerada réplica autógrafa, en Apsley House, Wellington Museum. Londres