Nació en Sevilla en los últimos días de 1617. Recibió instrucción en el estudio que tenía en Sevilla Juan del Castillo, pariente suyo por parte de madre. En 1645 recibió su primer encargo importante: una serie de once lienzos para el pequeño claustro del Monasterio de San Francisco el Grande, en Sevilla. En estas obras, Murillo combina la influencia de la pintura de Francisco de Herrera el Viejo con el naturalismo y el tenebrismo de Francisco de Zurbarán. En este periodo pintó numerosas obras protagonizadas por niños, haciéndose popular en el extranjero, especialmente en Inglaterra y Francia. También realizó pinturas de la Virgen y el Niño que contribuyeron a popularizar aún más este tema.
A lo largo de los años siguientes Murillo produjo una gran cantidad de obras de carácter religioso, entre ellas numerosas imágenes de la Inmaculada Concepción. Fue también uno de los más grandes retratistas de su época, estableciendo importantes contactos con la clase intelectual sevillana, que le realizó numerosos encargos.
En 1 de enero de 1660 Bartolomé Esteban Murillo, Francisco de Herrera el Mozo, Juan de Valdés Leal, Sebastián de Llanos y Valdés y otros destacados pintores y artistas fundaron una “Escuela para la enseñanza de las Bellas” Artes, germen de la actual Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría
Falleció en Sevilla el 3 de abril de 1682, según Antonio Palomino, a los pocos meses de sufrir una caída de un andamio mientras trabajaba en un altar para la iglesia de Santa Catalina, en Cádiz, lo cual no parece completamente probado.
En este lienzo se presenta la figura alegre de una bella muchacha ataviada con un turbante y en cuyo regazo nos muestra unas cuantas rosas recogidas sobre su chal.
Sobre la identidad de esta joven la Dulwich Gallery dice lo siguiente:
"La identidad de esta joven, a menudo admirada por su esquiva media sonrisa, ha sido objeto de numerosos debates desde el siglo XVIII. Se la ha descrito de diversas maneras: como una personificación de la primavera, una florista, una gitana e incluso una cortesana. También se ha identificado a la Florista como la única hija, Francisca María (1655-1710), del pintor español Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682). Ingresó en un convento dominico en 1671 y adoptó el nombre de Sor Francisca María de Santa Rosa, en honor a Santa Rosa de Lima. Si la figura representa a la hija de Murillo, las rosas podrían simbolizar el nuevo nombre que adoptó, combinando así en una sola imagen la propia referencia religiosa y familiar del artista, junto con alusiones a la esperanza y los nuevos comienzos que acompañan a las representaciones de la primavera."
En cualquier caso, se trata de una de las obras más populares hoy en día de Murillo. Admirada por su calidad técnica y, sobre todo, por su gran sensibilidad.